Brisa de Frente: Cede el día

martes, 30 de diciembre de 2014

Cede el día

Algún niño vocinglero se reporta

Las adolescentes inquietas

asoman a pasear sus sueños

Y los espectros electromagnéticos

se sienten como en casa

Mis otros espectros no se atreven

Quisieran asomarse a respirar un poco

A dar algún susto de asustar –que no de muerte-

Quisieran decir alguna cosa

Manifestar que me mantienen vivo

Sondear algún pliegue del alma

Desdoblarlo

Y enrostrarlo sin pudor

Los otros pesan más

Tienen volumen y medios

Diseño artístico

Promoción

Es necesario esperar

Hasta la hora del vampiro

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Biografía

Tomás Martínez Sancho nació en Mendavia, un pueblito de Navarra (España), en 1962. Es un educador venezolano nacionalizado llegado a Venezuela en 1981. Egresó como Licenciado en L.U.Z. Su base formativa se sitúa en la tradición cristiana, socialista y bolivariana. Ha facilitado talleres bíblicos colectivos en clave de mujer, de campesino, de joven popular y de afrodescendiente. Tiene 17 años de trabajo educativo popular endógeno, viviendo en el mismo barrio de El Cristo, en La Macarena Sur de Los Teques, con una interrupción de 4 años, en los que trabajó en educación popular, en el barrio José Leonardo Chirinos de Punto Fijo.

Tiene cinco poemarios escritos: tres en proceso de revisión; y dos ya acabados. Uno está en proceso de publicación: Entreveros de amor y pueblo. Este blog corresponde a una parte del segundo poemario: Geografía tónicas.

Algunos poemas sueltos han sido publicados en la Revista Ateneo, de Los Teques; en el diario Nuevo Día, de Falcón; y en la Revista Las Almenas, de Mendavia.

Tiene publicados otros artículos: un estudio bíblico en la Revista ecuménica latinoamercana RIBLA, y un ensayo sobre poesía en la Revista Ateneo, de Los Teques.

Claves para leerme

Un cierto interés por auto-conceptualizarme como poeta provino de la entrevista que me hiciera el reconocido poeta falconiano Guillermo de León Calles para su programa en la televisora local Falconía. Ya no recuerdo la fecha, pero era en torno al mes de marzo de 2014.

Entonces me preguntó por los influjos en mi escritura. Torpemente recordé algunos autores latinoamericanos. Días antes, en su grupo de amigos poetas, reunidos en el Museo de Antiguedades de Punto Fijo, había asomado alguna apreciación sobre mis versos como crónica poética.

Me puso a pensar en ello. Ciertamente muchos de mis escritos poéticos narran pequeños acontecimientos cotidianos. Allí repasé a algunos otros que lo hicieron tan bien. Dámaso Alonso y su Mujer con Alcuza. Rimbaud y su Venus, su herrero de Paris o su taberna con la jara de vino…. (muchos otros). Por contraste, evoqué a Rilke en la riqueza inmóvil y austera de sus imágenes. Un florero, unos riscos montañosos, un surtidor….

La imagen-crónica me vino como característica más propia de algunos otros poemas, en particular algunos de los míos propios (en Andrés, A horcajarrros, Las abuelas vestían de negro, Bajo el cují…).

Así como el buen cuento se despliega sigilosamente hasta encontrar el final redondo, o el buen soneto adquiere densidad en el último cuarteto (mejor aún, en el último verso), la narrativa poética se va tornando imagen envolvente que captura al lector, que lo atrapa en su más íntimo yo, o lo confronta con su propia cosmovisión. De esto me habló también Pedro al compararme con Jorge Manrique en una loa fraterna desproporcionada.

Hasta entonces pocos lectores habían asomado críticas a mis versos. Apenas una línea de Balza, y su apoyo para aparecer en un periódico de circulación nacional; y otra más de Inti con aquello de que “tenía voz propia”. Luego leí la excelente Presentación que Inti hace de mi primer poemario: Entreveros de Amor y Pueblo. Discurre por los temas y preocupaciones medulares de la obra con gran claridad conceptual.

En el entretiempo había ido agrupando versos, espurgándolos, con alguna intención purificante y pedagógica, con algún afán de facilitar la labor de los críticos, con el propósito imposible de desentrañar mi propio misterio. De ese modo, fueron apareciendo un conjunto de poemarios, expresión de mis preocupaciones temáticas y formales a lo largo de treinta años.

· Entreveros de amor y pueblo

“Son poemas: una escritura sintética, que irradia asociaciones. Tensos y hermosos” (J. Balza, 26-09-2011)

· Geografías tónicas

A Machado (o a Mairena) no le gustaba mucho la poesía de algunos pesos pesados españoles, como Calderón, porque eliminaba la dimensión concreta, temporal. Apreciaba más al de las coplas a la muerte de su padre, con los infantes y los brocados que trujeron. Tu poesía es más manriqueana que calderoniana, por lo concreto, por el caliche, por el torzón del abuelo o la bicicleta sobre el asfalto. Y cada palabra o cosa groseramente tangible apuntando a un estado de ánimo, a un entramado social o a una inserción en el cosmos. Como las parábolas del nazareno. O como visualizaba Hermes Trimegisto: "lo que está arriba es como lo que está abajo, y lo que está abajo como lo que está arriba, para conducirnos al misterio de la unidad" (Pedro Martínez, 10-04-2014)

· Jacob combatiente

Al tomarlos en conjunto me dan esa dimensión espiritual de tantas aristas que te han ido conformando. Y al leerte a ti, reconocerme también en muchas búsquedas y reconocer las búsquedas apasionantes, ricas y difíciles de muchos de nuestra generación o de compañeros cercanos: mucha fe y mucha crítica religiosa, espiritualidad y realidad, compromiso social y vivencia individual, sueños colectivos y limitaciones personales, amor universal y el gozo difícil de lo concreto.. todo ello en diálogo y, frecuentemente, en conflicto.

Algunos de tus poemas me parecen extraordinarios: me confieso, caigo como un herido, sospecho que la vida me acorrala, dios inúitil, dios escondido, el trascendente, sentido significado, el sonetazo de la nieve, el apaciguado... (Pedro Martínez, 4-7-2014)

· Dia-logías

· Atisbos de Verbo

Allí discurro por paisajes, por gentes, por mundos diversos. Desde mis raíces familiares a la gente querida venezolana, o los amigos maristas. Allí me encuentro con el amor, con la vida, con la muerte. Allí me encuentro al pueblo. Allí me encuentro a Dios, en lucha. Allí me confronto con mis dudas y crisis existenciales. Allí discurro por propuestas temerarias. Allí asomo la esperanza.

En cuanto a lo formal, si así hay que decirlo, predomina el verso libre. Hago intentos de prosa poética a lo Sucre o Cadenas, me atrevo con algún que otro soneto, o incluso unos tercetos. Me inicio en el haiku japonés, y hasta en el somari de Pereira.

Prefiero que la palabra corra libre. Después de los límites formales aprendidos, recitados y ensayados en la adolescencia, en especial a partir de Fray Luis, San Juan de la Cruz, Lope de Vega, Espronceda, Becquer, León Felipe, Machado, Rubén Darío… dejé vuelo a la palabra al encontrarme con Neruda, Vallejo y Ramos Sucre. Y la crítica de los poetas malditos: Baudeleire, Rimbaud… O los antipoemas del chileno Nicanor Parra. Busqué a Miguel Hernández, de vuelta a casa, pero ahora en son de pueblo y revolución.

En búsqueda espiritual latinoamericana me encontré con Casaldáliga, el obispo de los pobres. Equilibrio y sentido, desde las luchas de liberación, para mis búsquedas radicales. Pronto vino Benedetti. Poco o poco agregué otras referencias: mujeres como Alfonsina Storni, o venezolanas menos conocidas internacionalmente: Russoto, Lydda Franco Farías,… Por Octavio Paz llegué a algunas traducciones de hermosos haikus. Agregué a los poetas falconianos y mirandinos : Guillermo de León Calles, Víctor Hugo Bolivar Graterol, César Seco… Armando Hernández Quintero… Y más venezolanos: Gerbasi, Palomares, Cadenas, Valera Mora, Pereira, Osuna…

Con la librería del Sur y su edición incontenible de jóvenes poetas venezolanos me acerqué a las regiones, sus temas y sus modos. Son lecturas…. Ellas nutrieron el fondo y la forma de lo que expreso.

A más de lecturas, hay una vida, muchas vidas… Mi poesía es pueblo, es gente. Allí están los rostros de la pasión que me habita.