martes, 30 de diciembre de 2014

Cují


Árbol de tierras calientes,
dormitando sobre el suelo,
te asientas en medanales,
desandando el desconsuelo.

Tu raíz que tiene sed
penetra hasta el corazón,
llega buscando el hondón,
llega hasta el centro del ser,
toma el agua pa’ beber
de las profundas corrientes,
de las más genuinas fuentes
que encuentra bajo las rocas,
y los perfiles trastocas,
árbol de tierras calientes.

Mientras dos parejas juegan
el dominó fraternal,
bajo tu sombra boreal
das cobijo a los que llegan.
Tus ramas no se le niegan,
ni a aquél que no tiene pelo,
ni al que chupa un caramelo
habituado aún a las sopas,
ni al que anda en escasas ropas
dormitando sobre el suelo.

La brisa que te despeina
y el sol que quema tus ramas
no pueden romper las tramas
-frente al samán y la ceiba-
que te convierten en reina
de las matas regionales,
sola o en los cujizales.
Junto al cardón señorial
y sus brazos sin igual,
te asientas en medanales.

Cují de hojita menuda
y de vaina amarillenta,
el pintor te representa
con la figura desnuda,
acostado en una duda
entre la tierra y el cielo,
sombreando nuestro suelo,
refrescando a Chicho Nieto
en un chinchorro bien prieto,
desandando el desconsuelo.


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