Árbol de tierras calientes,
dormitando sobre el suelo,
te asientas en medanales,
desandando el desconsuelo.
Tu raíz que tiene sed
penetra hasta el
corazón,
llega buscando el
hondón,
llega hasta el centro
del ser,
toma el agua pa’
beber
de las profundas
corrientes,
de las más genuinas
fuentes
que encuentra bajo
las rocas,
y los perfiles
trastocas,
árbol de tierras calientes.
Mientras dos parejas
juegan
el dominó fraternal,
bajo tu sombra boreal
das cobijo a los que
llegan.
Tus ramas no se le
niegan,
ni a aquél que no
tiene pelo,
ni al que chupa un
caramelo
habituado aún a las
sopas,
ni al que anda en
escasas ropas
dormitando sobre el suelo.
La brisa que te
despeina
y el sol que quema
tus ramas
no pueden romper las
tramas
-frente al samán y la
ceiba-
que te convierten en
reina
de las matas
regionales,
sola o en los cujizales.
Junto al cardón
señorial
y sus brazos sin
igual,
te asientas en medanales.
Cují de hojita menuda
y de vaina
amarillenta,
el pintor te
representa
con la figura
desnuda,
acostado en una duda
entre la tierra y el
cielo,
sombreando nuestro
suelo,
refrescando a Chicho
Nieto
en un chinchorro bien
prieto,
desandando el desconsuelo.
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